Presentación^^

He creado este blog para recibir críticas sobre mi pequeña novela. Al principio puede ser un poco liosa pero si se sigue leyendo se entiende. Si os pasais por aquí o la leeis mandadme un mensaje a mi tuenti:
http://www.tuenti.com/#m=Home&func=index
Besos!L

http://www.youtube.com/watch?v=Z0X5FlUnsh8

Este es el trailer del relato:)



jueves, 30 de agosto de 2012

4ºEntrada:) 4EC


Un domingo de diciembre ...

Notaba como me quedaba sin aire mientras corría con el balón por el centro del campo, esquivaba a todos los defensas y mi meta cada vez se encontraba más cerca…

veía las gradas llenas de gente que chillaba mi nombre y me animaba a lanzar a portería. Pero toda esa gente pareció esfumarse cuando la localicé; mis ojos se quedaron atados a los suyos, perdí el control del balón y di varias vueltas dejando caer todo mi peso sobre mi brazo izquierdo. Oí crujir el hueso y me retorcí de dolor bajo la mirada expectante de todo el público. Vi personas acercándose a mí, la vi a ella, y vi al entrenador, mi mejor amigo, Álvaro, y escuché que llamaba a una ambulancia. El partido había terminado. Mi último pensamiento fue si sus manos cálidas y suaves me habían llegado a tocar o solo me lo había imaginado.

 


Esa noche de mayo mirando las estrellas ...

Por primera vez en tanto tiempo, saqué de ese baúl lleno de recuerdos el nombre de mi amigo. Era algo que nunca me había atrevido a hacer ni estando solo, ni al lado de ella. Era como una antigua etapa de nuestra vida que había quedado sepultada bajos los escombros, el temor y la tristeza. Era un recuerdo olvidado y a la vez sin olvidar. Pero sobre todo era él, Álvaro, una persona que había significado mucho en nuestra vida y se había ido significando aún más. Era aquel amigo que siempre estaba ahí, al que no te da vergüenza llamar a las tantas de la noche, con el que puedes contar para todo y para todo él cuenta contigo.

Era: verbo ser, tercera persona, singular, pretérito imperfecto, modo indicativo. Analicé mentalmente este verbo que ante todo era pasado. Una palabra que dolía, porque sabía que nunca volvería a ver a Álvaro, ya jamás sería ese entrenador al que todo el mundo quería, ya nunca sería aquel chico rubio, de ojos azules, tan envidiado por todo el mundo, simplemente ya no sería nunca nada, ni nunca llegaría a cumplir sus sueños. Solo me quedaba un único deseo por cumplir, un favor por Álvaro que traería nueva tristeza renovada a Nuria…  pero ese último deseo se iba a cumplir, y faltaban pocos días para que el mundo de ella volviera a derrumbarse. Sabía que yo la amaba, la quería un montón, y también sabía que si le entregaba esa carta ella se volvería a llenar de dudas, volvería a querer a Álvaro aunque este ya no pudiera estar a su lado… Pero, aunque me doliera tener que hacerla pasar por esto, me doliera pensar que podría olvidarse de mí para volver junto a él en sus pensamientos, aunque todo aquello me doliera y me matara por dentro, lo último que haría en este mundo sería no hacerle este último favor a aquel que siempre había estado a mi lado cuando lo había necesitado. A cambio de todo aquello, él nunca me había pedido nada, y ahora que ponía precio a todo lo que había hecho por mí… no pensaba echarme atrás. Ahora no.

-       Álvaro te quería muchísimo – dije. Creo que sin pensar por qué decía esto, únicamente deseaba decir el nombre de mi amigo en voz alta. Lo necesitaba.

Su sonrisa y su risa murieron al escuchar su nombre. Volvió a mirar las estrellas, y se fijó en una que resplandecía con mayor fulgor entre todas las del firmamento. Supe que pensaba que él era como esa estrella, un chico que no pasaba desapercibido, un chico que brillaba con luz propia … algo de lo que carecíamos todos los jóvenes, no haciendo más que copiar los pasos de otro para parecer mejores, no pensando por nosotros sino por lo que piensen los demás. Él era diferente. Él era como esa estrella. Único.

-       Se parecen – dije y ella me entendió perfectamente.

-       ¿Sabes? Llevo mirándola noche tras noche desde todo aquello… hay noches en las que no consigo dormir y paso las horas mirando como brilla, como es, mirándola. Y tengo la certeza de que sí, de que es como él.

Un nuevo vacío comenzaba a crearse en mi cuerpo, mientras iba soltando frases y frases sobre mi dolor por haberlo perdido. Por una vez me estaba desahogando. Todos habíamos guardado nuestros sentimientos bajo llave bien encerradas en nuestro pobre corazón durante mucho tiempo y ya iba siendo hora de soltarlos y dejarlos correr.

 



Un domingo de diciembre...

Levanté notando como la habitación me daba vueltas, me daban punzadas en la cabeza. Era como la resaca de un viernes noche en el que te acuestas, después de haber bebido, a las cinco de la mañana. Esto confirmaba que el brazo no era el único sitio en el que me había golpeado. De nuevo volvió a mí el recuerdo del partido que acababa de fastidiar y era una nueva señal de que esa chica me volvía loco. Con solo mirarla había perdido el control del balón, había rodado por mitad del campo, me había fracturado (seguramente) el brazo, me había causado un perfecto dolor de cabeza, y por último, había echado a perder toda la esperanza de ganar.

Escuché unas risas, una aguda y otra grave. Las reconocí de inmediato. Sentí rabia hacia mi amigo, me lleno de furia escuchar como él podía tontear con ella mientras yo estaba aquí tumbado y él no se preocupaba por mí. Pero todo mi estado de ánimo cambio cuando la vi y cuando Álvaro me reveló como había llegado Nuria hasta aquí.

-       Hola – dijo ella un poco cortada.

Me limité a sonreír, pues las palabras que intentaban salir de mi garganta se ahogaban en un intento fallido.

-       Carlos, después ya te llamo que me  he acordado que tengo que ir a… - sabía que no tenía que ir a hacer nada que solo quería ayudar y supe que siempre sería así, además ¿Qué iba a hacer Álvaro que tenía veinte años con Nuria, una chica de quince? Me pregunté en ese momento – a hablar con los del equipo, adiós.

-       Adiós – dije yo sonriente.

Cuando ya estaba saliendo de la habitación lo miré y me guiñó un ojo, lo sabía, todo había sido un plan para dejarnos solos y cuando ya estaba fuera gritó.

-       ¡Pasarlo bien! - escuché como varias personas le regañaban pidiéndole un poco de educación, pero él era un chico que hacía lo que fuera por sus amigos y ya lo había demostrado en muchas ocasiones.

miércoles, 1 de agosto de 2012

Cuatro Estaciones Contigo 3ºEntrada:)

Un domingo de diciembre...
Las nubes inundaban el cielo esa tarde de diciembre. Me levanté temprano aun siendo

domingo, un domingo en el que ocurrirían muchas cosas. A las nueve empezaba el partido

de fútbol de mi equipo y como siempre me había quedado dormido. Con los ojos todavía

cerrados por el sueño conseguí alcanzar el cuarto de baño. Una refrescante idea cruzó por

mi cabeza.

Grité cuando tras poner la cabeza bajo el grifo de la ducha me empapé de agua helada.

Cerré el grifo y con un rápido movimiento eché la cabeza hacia atrás. Me miré en el espejo

y comprobé que ahora si estaba despierto. Era un truco que siempre funcionaba. No tardó

mucho en aparecer en mi mente la sonrisa de aquella chica del instituto, no tendría más de
catorce años. La había visto varias veces y siempre había sucumbido a su encanto. Solía

acudir a nuestros partidos y hoy seguramente no iba a ser la excepción.

No había conseguido decir más de tres palabras seguidas a su lado y todavía recordaba

cuales habían sido

-¿Vendrás al partido? – había conseguido preguntarle en uno de los entrenamientos

mientras me ruborizaba …

- Eso ni lo dudes – dijo ella con su habitual sonrisa.


Una sonrisa que un triste mes de mayo apagó.



Ese 21 de mayo…
Ya había salido el sol mucho antes de que ella despertara, no hubiera querido salir de la

cama después de una noche de fiesta con su mejor amiga, pero sabía que hoy era un día

lleno de sorpresas. Era 21 de mayo por la mañana, ya tenía quince años y Álvaro le iba

hacer pasar el mejor día de su vida. Solo por ese motivo consiguió salir de la cama.

-
Buenos días, quinceañera – Dijo su madre cuando la vio aparecer en la puerta de la

cocina.

Ella como era habitual sonrió, era su manera de dar las gracias.

-
Feliz cumpleaños – La felicitó su hermano Mario.

Sabía que pronto llegaría su padre anunciando el plan de hoy, pero no tendría más opción

que rechazarlo puesto que los planes ya los tenía hechos su novio desde hacía meses. Se

sentó a la mesa frente a un vaso de leche y unas tostadas de pan, pero la curiosidad le

quitaba toda el hambre y no conseguía comer ni un solo bocado. Terminó por levantarse de

la mesa porque no tenía ningún sentido el encuentro que estaba teniendo con su desayuno,

era tiempo perdido y hoy el tiempo era oro. Me fastidiaba el pensar que a lo mejor si

hubiera dejado atrás la vergüenza pudiera ser yo el que la llevara a pasar el mejor día de su

vida, el que la felicitara con una caja llena de besos por abrir, el que pudiera acariciar su

mejilla mientras le decía que la amaba, pero no, no era yo, sino mi mejor amigo.

Ella salió del cuarto de baño más guapa que nunca, llevaba un vestido de palabra de honor

canela con bordados y unos zapatos de estampado de flores de cuña, vestía como si fuera
la primavera, y se le notaba en la mirada que estaba soñando despierta. Dejó su pelo liso

que le llegaba por debajo del pecho, suelto y perfectamente planchado y varios mechones

jugueteaban cayendo continuamente sobre sus ojos. Disfrazó sus labios de un rojo apagado

y se sonrió a si misma frente a un espejo. No había llamado a sus amigas desde hacía

semanas, puede que meses, porque su mundo se había convertido en Álvaro, vivía por y

para él y cada rato libre que tenía lo pasaba a su lado. Se había olvidado un poco de sus

amigas y a ellas… le había dolido aquello sobre todo porque no comprendían esos

sentimientos tan fuertes, ellas nunca había llegado a querer a nadie de aquella manera.

No había pensado que excusa le pondría a sus padres, y cuando oyó el rugir del motor de

una moto se inquietó, y se mordió el labio inferior. Era una manía que había cogido y que

solía observarse en ella cuando estaba llena de nerviosismo, inquietud, felicidad o como en

este momento, todo junto a la vez.

Bajó las escaleras a toda prisa y su madre que había estado observándola le hizo un

pequeño interrogatorio.

-
¿Vas a salir?

-
Sí.

-
¿Con quién vas?

-
Con Álvaro.

Se hizo el silencio entre madre e hija, había cinco años de diferencia entre Nuria y Álvaro

y sus padres no aprobaban esto, ellos sabían que eran más que amigos pero a pesar de que

Álvaro era un chico que ya iba a la universidad, sacaba buenas notas y no era más que eso,

un chico guapo, listo y muy buen futbolista no terminaban de aprobar esa relación.

El timbre sonó y Nuria se impacientó aún más.

-
Por favor, mamá – Le suplicó.

-
Venga, vete pero ten cuidado.

Abrió la puerta y se echó a sus brazos que la abrazaron con fuerza, los rencuentros que

tenían siempre solían transcurrir así y sin esperar a que su madre cambiara de opinión

Nuria y Álvaro de la mano caminaron hasta la moto aparcada frente a la casa. Álvaro le

entrego su casco correspondiente a ella, y condujo despacio como siempre hacía cuando

era Nuria quien le acompañaba. Se agarró con seguridad a la cintura de su novio y apoyó la
cabeza en su hombro, en ese momento me hubiera encantado cambiarme por mi amigo y

ser yo el que tuviera sus manos rodeando mi cuerpo y su cabeza tan cerca que pudiera

escuchar su familiar respiración cerca de mi oídos.

Pero no era yo, ni nunca llegaría a serlo.